viernes, 27 de junio de 2008

El alpinista

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía, después de años de preparación pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros.
Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima.
La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de la vida... El pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos...
SI, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar: -"AYUDAME DIOS MIO..."
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-"¿QUE QUIERES QUE HAGA?"
-"Sálvame Dios mío."
-"¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?"
-"Por supuesto Señor "
-"ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE..."
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó...
Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... A DOS METROS DEL SUELO...
¿Y tu ? ¿Cuán confiado estás en tu cuerda? ¿Por qué no la sueltas?

jueves, 26 de junio de 2008

Mi mejor amigo

Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGÓ UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomo un estilete y escribió en una piedra:
HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA.
Intrigado, el amigo preguntó: ¿Por que después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra? Sonriendo, el otro amigo respondió:"Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargaran de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo".

martes, 24 de junio de 2008

La tienda de semillas

Una mujer soñó que entraba a una tienda en el mercado y para su sorpresa encontraba a Dios atendiéndole.
¿Qué vende aquí? –preguntó.
¡Todo lo que desea su corazón! contestó Dios.
Apenas creyendo lo que escuchaba, la señora decidió pedir lo mejor que podía desear un ser humano.
Quiero una mente tranquila, amor, felicidad, sabiduría y ser libre del temor, dijo.
Y luego agregó, no sólo para mí sino para todas las personas del mundo.
Dios sonrió, diciendo:
Creo que no me has entendido, mujer, aquí no vendemos los frutos, aquí sólo vendemos las semillas.

viernes, 20 de junio de 2008

¿Culpable?

Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.
En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento se procuro un chivo expiatorio para encubrir al culpable.
El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas posibilidades de escapar al terrible veredicto. La horca!!
El Juez también complotado cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo por ello dijo al acusado:
- "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de El tu destino vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente Tu escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino."
Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda CULPABLE y la pobre víctima aun sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria El Juez invitó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.
Este respiró profundamente quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente. Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente:
- "Pero ¿qué haces? y ahora ¿Como vamos a saber el veredicto?"
- "Es muy sencillo respondió el hombre. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué".
Con rezongos y bronca mal disimulada debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

jueves, 19 de junio de 2008

El circo

Cuando yo era adolescente, en cierta oportunidad estaba con mi padre haciendo cola para comprar entradas para el circo. Al final, solo quedaba una familia entre la ventanilla y nosotros. Esta familia me impresiono mucho. Eran ocho chicos, todos probablemente menores de doce años. Sé veía que no tenían mucho dinero. La ropa que llevaban no era cara, pero estaban limpios. Los chicos eran bien educados, todos hacían bien la cola, de a dos detrás de los padres, tomados de la mano. Hablaban con excitación de los payasos, los elefantes y otros números que verían esa noche. Se notaba que nunca antes habían ido al circo. Prometía ser un hecho saliente en su vida.
El padre y la madre estaban al frente del grupo, de pie, orgullosos. La madre, de la mano de su marido, lo miraba como diciendo: " Eres mi caballero de brillante armadura". Él sonreía, henchido de orgullo y mirándola como si respondiera: "Tienes razón".
La empleada de la ventanilla preguntó al padre cuantas entradas quería. Él respondió con orgullo: "Por favor, deme ocho entradas para menores y dos de adultos, para poder traer a mi familia al circo". La empleada le indico el precio.
La mujer soltó la mano de su marido, ladeo su cabeza y el labio del hombre empezó a torcerse. Este se acerco un poco mas y pregunto: "¿ Cuánto dijo?".
La empleada volvió a repetirle el precio. ¿Cómo iba a darse vuelta y decirle a sus ocho hijos que no tenía suficiente dinero para llevarlos al circo?.
Viendo lo que pasaba, papá puso la mano en el bolsillo, saco un billete de veinte dólares y lo tiro al suelo. (Nosotros no éramos ricos en absoluto. Mi padre se agacho, recogió el billete, palmeo al hombre en el hombro y le dijo: "Disculpe, señor, se le cayo esto del bolsillo".
El hombre se dio cuenta de lo que pasaba. No había pedido limosna, pero sin duda apreciaba la ayuda en una situación desesperada, angustiosa e incomoda. Miro a mi padre directamente a los ojos, con sus dos manos le tomo la suya, apretó el billete de veinte dólares y con labios trémulos y una lagrima rodándole por la mejilla, replico: " Gracias, gracias señor. Esto significa realmente mucho para mi familia y para mí".
Papá y yo volvimos a nuestro auto y regresamos a casa. Esa noche no fuimos al circo, pero no nos fuimos sin nada...

miércoles, 18 de junio de 2008

Lo que tú salvarías

Durante mi estancia en el castillo que alquiló una revista brasilera en Brissac, Francia, un periodista de la región se acercó para entrevistarme. En medio de la conversación, a la que asistían otras personas, él quiso saber:
-¿Cuál fue la mejor pregunta que le haya hecho un periodista?
¿Mejor pregunta? Creo que ya me hicieron TODAS las preguntas, menos la que él acaba de hacerme. Me tomo mi tiempo para pensar, estudio las muchas cosas que quería decir y nunca quisieron saber. Pero finalmente, confieso:
-Creo que fue exactamente ésta. Ya tuve preguntas que me rehusé a comentar, otras que me permitieron hablar de temas interesantes, pero esta es la única que no tengo cómo responder con sinceridad.
El periodista anota. Y dice:
-Le voy a relatar una historia interesante. Cierta vez, fui a entrevistar a Jean Cocteau. Su casa era un verdadero amontonamiento de adornos, cuadros, dibujos de artistas famosos, libros, Cocteau guardaba todo, y tenía un profundo amor por cada una de aquellas cosas. Fue entonces que, en medio de la entrevista, se me ocurrió preguntarle: "si esta casa comenzara a incendiarse ahora, y usted sólo pudiera llevarse una sola cosa consigo, ¿cuál elegiría?"
-¿Y Cocteau respondió? -pregunta Alvaro Teixeira, responsable del castillo donde estamos, y gran estudioso de la vida del artista francés.
-Cocteau respondió: "Me llevaría el fuego".
Y ahí nos quedamos todos, en silencio, aplaudiendo en lo íntimo de nuestro corazón una respuesta tan brillante.

martes, 17 de junio de 2008

Estoy aquí de paso

En el siglo pasado, un turista americano fue a El Cairo a visitar al famoso rabino polaco Hafez Ayim.
El turista se quedó sorprendido al ver que el rabino habitaba en un cuarto sencillo, lleno de libros, y en el cual los únicos muebles eran una mesa y un banco.

-Rabi, ¿dónde están los muebles? -preguntó el turista.

-¿Y dónde están los suyos? -le retrucó Hafez.

-¿Los míos? ¡Pero si yo estoy aquí de paso!
-Yo también -dijo el rabino