El Sheik había tenido tres hijos y ahora tras su muerte, ellos serían los dueños de los camellos. Pero antes, tendrían que escuchar la lectura de las últimas voluntades del anciano para ver el modo en el cual el hombre había decidido repartir los camellos entre sus hijos.
Toda la familia se reunió en la tienda del anciano. Los tres hijos estaban preparados para escuchar a su tío, que era quien iba a leer las últimas voluntades de su hermano. El tío leyó en voz alta como habría que repartir el rebaño de camellos .El mayor de los hijos recibiría la mitad de los camellos, el segundo recibiría un tercio de ellos y el pequeño recibiría un noveno. El texto terminaba con estas palabras:”Todo lo que des con amor, volverá a ti”
Los hijos ya sabían como quería el padre que se distribuyeran los camellos, pero no estaban seguros de cuántos camellos tenía el anciano, de modo que reunieron rápidamente el rebaño y los contaron. Había 17 camellos ¿Qué decían las últimas voluntades de su padre sobre como había que repartirlos? El hijo mayor tenía que recibir la mitad pero...¿Cuántos eran la mitad de 17?
Por mucho que lo intentaron, los hermanos no pudieron calcular cuántos camellos les tocaban a cada uno, de manera que le preguntaron a los mejores matemáticos de la tribu. Pero nadie pudo resolver el problema.¿Qué podían hacer?
Entonces los tres hermanos decidieron acudir a su tío, para ver si les podía ayudar.El tío pensó en revisar y volver a leer las últimas voluntades de su hermano...que terminaban con las palabras “Todo lo que des con amor, volverá a ti”¿Qué significaba esto? LO pensó larga y detenidamente. Al final una sonrisa le cruzó el rostro.
Ya se lo que tenemos que hacer dijo el tío. Os daré uno de mis camellos para sumarlo a los de vuestro padre. Eso resolverá el problema.
Los hermanos miraron desconcertados a su tío y se rascaron la cabeza. ¿ De que modo iba a ayudar el añadir un camello más?
¡Pues si! Ahora habría 18 camellos. El hijo mayor pensó en su parte y calculó rápidamente la mitad de 18. El mediano pensó en su parte y calculó un tercio de 18. El hijo pequeño pensó en su parte y calculó un noveno de 18. Los camellos se podrían dividir ahora según la voluntad de su padre. De los 18 camellos el mayor se quedaría con 9, el mediano con 6 y el pequeño con 2.¿Cuántos camellos sumaban?¡Diecisiete!¿Qué demonios iban a hacer con el camello que sobraba?
Y no les costó demasiado a los tres hermanos acordar cómo iban a proceder: le devolverían a su tío el camello que les había dado. El viejo tío estaba complacido, pero en absoluto sorprendido.
-Sabía que algo volvería a mi “ Todo lo que des con amor, volverá a ti”
3 comentarios:
Donar sense pensar en rebre, per mi això és amor i generositat, com sempre que visito el bloc, marxo amb un gust dolç.
Petonets, i molt bon diumenge.
Que lío con los camellos, mejor dividir a partes iguales y regalar el camello que sobre. Ja!ja!...
Como siempre genial!
Saludos,
Gracias a ti por todo!!!si descubrir la blogosfera me aporta tantas satisfacciones sin ti sería una menos y NO ESTOY DISPUESTA A ELLO asi es que MUCHAS GRACIAS A TI mi amigo.
un abrazo
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