viernes, 27 de junio de 2008

El alpinista

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía, después de años de preparación pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros.
Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima.
La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de la vida... El pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos...
SI, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar: -"AYUDAME DIOS MIO..."
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-"¿QUE QUIERES QUE HAGA?"
-"Sálvame Dios mío."
-"¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?"
-"Por supuesto Señor "
-"ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE..."
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó...
Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... A DOS METROS DEL SUELO...
¿Y tu ? ¿Cuán confiado estás en tu cuerda? ¿Por qué no la sueltas?

jueves, 26 de junio de 2008

Mi mejor amigo

Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGÓ UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomo un estilete y escribió en una piedra:
HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA.
Intrigado, el amigo preguntó: ¿Por que después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra? Sonriendo, el otro amigo respondió:"Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargaran de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo".

martes, 24 de junio de 2008

La tienda de semillas

Una mujer soñó que entraba a una tienda en el mercado y para su sorpresa encontraba a Dios atendiéndole.
¿Qué vende aquí? –preguntó.
¡Todo lo que desea su corazón! contestó Dios.
Apenas creyendo lo que escuchaba, la señora decidió pedir lo mejor que podía desear un ser humano.
Quiero una mente tranquila, amor, felicidad, sabiduría y ser libre del temor, dijo.
Y luego agregó, no sólo para mí sino para todas las personas del mundo.
Dios sonrió, diciendo:
Creo que no me has entendido, mujer, aquí no vendemos los frutos, aquí sólo vendemos las semillas.

viernes, 20 de junio de 2008

¿Culpable?

Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.
En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento se procuro un chivo expiatorio para encubrir al culpable.
El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas posibilidades de escapar al terrible veredicto. La horca!!
El Juez también complotado cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo por ello dijo al acusado:
- "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de El tu destino vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente Tu escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino."
Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda CULPABLE y la pobre víctima aun sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria El Juez invitó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.
Este respiró profundamente quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente. Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente:
- "Pero ¿qué haces? y ahora ¿Como vamos a saber el veredicto?"
- "Es muy sencillo respondió el hombre. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué".
Con rezongos y bronca mal disimulada debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

jueves, 19 de junio de 2008

El circo

Cuando yo era adolescente, en cierta oportunidad estaba con mi padre haciendo cola para comprar entradas para el circo. Al final, solo quedaba una familia entre la ventanilla y nosotros. Esta familia me impresiono mucho. Eran ocho chicos, todos probablemente menores de doce años. Sé veía que no tenían mucho dinero. La ropa que llevaban no era cara, pero estaban limpios. Los chicos eran bien educados, todos hacían bien la cola, de a dos detrás de los padres, tomados de la mano. Hablaban con excitación de los payasos, los elefantes y otros números que verían esa noche. Se notaba que nunca antes habían ido al circo. Prometía ser un hecho saliente en su vida.
El padre y la madre estaban al frente del grupo, de pie, orgullosos. La madre, de la mano de su marido, lo miraba como diciendo: " Eres mi caballero de brillante armadura". Él sonreía, henchido de orgullo y mirándola como si respondiera: "Tienes razón".
La empleada de la ventanilla preguntó al padre cuantas entradas quería. Él respondió con orgullo: "Por favor, deme ocho entradas para menores y dos de adultos, para poder traer a mi familia al circo". La empleada le indico el precio.
La mujer soltó la mano de su marido, ladeo su cabeza y el labio del hombre empezó a torcerse. Este se acerco un poco mas y pregunto: "¿ Cuánto dijo?".
La empleada volvió a repetirle el precio. ¿Cómo iba a darse vuelta y decirle a sus ocho hijos que no tenía suficiente dinero para llevarlos al circo?.
Viendo lo que pasaba, papá puso la mano en el bolsillo, saco un billete de veinte dólares y lo tiro al suelo. (Nosotros no éramos ricos en absoluto. Mi padre se agacho, recogió el billete, palmeo al hombre en el hombro y le dijo: "Disculpe, señor, se le cayo esto del bolsillo".
El hombre se dio cuenta de lo que pasaba. No había pedido limosna, pero sin duda apreciaba la ayuda en una situación desesperada, angustiosa e incomoda. Miro a mi padre directamente a los ojos, con sus dos manos le tomo la suya, apretó el billete de veinte dólares y con labios trémulos y una lagrima rodándole por la mejilla, replico: " Gracias, gracias señor. Esto significa realmente mucho para mi familia y para mí".
Papá y yo volvimos a nuestro auto y regresamos a casa. Esa noche no fuimos al circo, pero no nos fuimos sin nada...

miércoles, 18 de junio de 2008

Lo que tú salvarías

Durante mi estancia en el castillo que alquiló una revista brasilera en Brissac, Francia, un periodista de la región se acercó para entrevistarme. En medio de la conversación, a la que asistían otras personas, él quiso saber:
-¿Cuál fue la mejor pregunta que le haya hecho un periodista?
¿Mejor pregunta? Creo que ya me hicieron TODAS las preguntas, menos la que él acaba de hacerme. Me tomo mi tiempo para pensar, estudio las muchas cosas que quería decir y nunca quisieron saber. Pero finalmente, confieso:
-Creo que fue exactamente ésta. Ya tuve preguntas que me rehusé a comentar, otras que me permitieron hablar de temas interesantes, pero esta es la única que no tengo cómo responder con sinceridad.
El periodista anota. Y dice:
-Le voy a relatar una historia interesante. Cierta vez, fui a entrevistar a Jean Cocteau. Su casa era un verdadero amontonamiento de adornos, cuadros, dibujos de artistas famosos, libros, Cocteau guardaba todo, y tenía un profundo amor por cada una de aquellas cosas. Fue entonces que, en medio de la entrevista, se me ocurrió preguntarle: "si esta casa comenzara a incendiarse ahora, y usted sólo pudiera llevarse una sola cosa consigo, ¿cuál elegiría?"
-¿Y Cocteau respondió? -pregunta Alvaro Teixeira, responsable del castillo donde estamos, y gran estudioso de la vida del artista francés.
-Cocteau respondió: "Me llevaría el fuego".
Y ahí nos quedamos todos, en silencio, aplaudiendo en lo íntimo de nuestro corazón una respuesta tan brillante.

martes, 17 de junio de 2008

Estoy aquí de paso

En el siglo pasado, un turista americano fue a El Cairo a visitar al famoso rabino polaco Hafez Ayim.
El turista se quedó sorprendido al ver que el rabino habitaba en un cuarto sencillo, lleno de libros, y en el cual los únicos muebles eran una mesa y un banco.

-Rabi, ¿dónde están los muebles? -preguntó el turista.

-¿Y dónde están los suyos? -le retrucó Hafez.

-¿Los míos? ¡Pero si yo estoy aquí de paso!
-Yo también -dijo el rabino

viernes, 13 de junio de 2008

El globo negro

Un niño negro contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria del pueblo. El pueblo era pequeño y el vendedor había llegado pocos días atrás, por lo tanto no era una persona conocida.
En pocos días la gente se dio cuenta de que era un excelente vendedor ya que usaba una técnica muy singular que lograba captar la atención de niños y grandes. En un momento soltó un globo rojo y toda la gente, especialmente los potenciales, pequeños clientes, miraron como el globo remontaba vuelo hacia el cielo.
Luego soltó un globo azul, después uno verde, después uno amarillo, uno blanco...
Todos ellos remontaron vuelo al igual que el globo rojo...
El niño negro, sin embargo, miraba fijamente sin desviar su atención, un globo negro que aún sostenía el vendedor en su mano.
Finalmente decidió acercarse y le preguntó al vendedor: Señor, si soltara usted el globo negro. ¿Subiría tan alto como los demás?
El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: No es el color lo que hace subir, hijo. Es lo que hay adentro.

jueves, 12 de junio de 2008

Prosperidad

Cuentan que una persona, en camino hacia otra ciudad lejana, atravesando un paisaje inhóspito, sintió gran sed. A lo lejos, el hombre, distinguió una pequeña tienda de campaña, muy vieja, destrozada. Conforme se fué acercando vió como había más habitantes, pero viviendo en condiciones infrahumanas.
Se detuvo en la primera choza y pidió un poco de agua. Se la llevaron, estaba caliente, salada, y el recipiente sucio. El hombre la bebió como pudo, quemando la garganta por la sal, calor, y asco.
El hombre dió las gracias, y pensó que a aquellas buenas gentes les convendría saber, que había ciudades, pueblos, a los que se podían llegar. Allí encontrarían agua fresca, vasijas adecuadas, tiendas y casas para vivir, frutas, baños....
Y asi se lo hizo saber a aquellos lugareños. Aquella familia muy agradecida, lo invitó a cenar y a pasar la noche, para que descansara.
Pronto llegó el marido con unas seis ratas que había cogido en el campo para que la mujer las guisara en honor al huesped-caminante. Pusieron la mesa, y efectivamente, aquel pobre hombre con un asco indecible, comió como pudo aquel manjar nada común.
Se acostaron como pudieron, nuestro personaje detrás de una cortina, encima de una colchoneta, sin dormir toda la noche, oyó esta conversación entre los esposos: La mujer le dijo al marido
"¿Has oido lo que nuestro huésped, ha contado, esas historias de que hay otros pueblos que viven de otra manera?
El marido contestó a la mujer
"No escuches esos camelos, estos son envidiosos, como otros que ya han venido. Cuando ven a gente como nosotros que vivimos en la prosperidad, con su casa, sus alimentos... quieren apartarlo de lo suyo."

miércoles, 11 de junio de 2008

Cuento sin U

Caminaba distraídamente por el camino y de pronto lo vio. Allí estaba el imponente espejo de mano, al costado del sendero, como esperándolo. Se acercó, lo alzó, y se miró en él.
Se vio bien. No se vio tan joven, pero los años habían sido bastante bondadosos con él. Sin embargo, había algo desagradable en la imagen de si mismo. Cierta rigidez en los gestos lo conectaba con los aspectos más agrios de la propia historia: La bronca. El desprecio. La agresión. Al abandono. La soledad.
Sintió la tentación de llevárselo, pero rápidamente desechó esa idea. Ya había bastantes cosas desagradables en el planeta para cargar con otra más. Decidió irse y olvidar para siempre ese camino y ese espejo insolente.
Caminó por horas tratando de vencer la tentación de volver atrás hacia el espejo. Ese misterioso objeto lo atraía como los imanes atraen a los metales. Resistió y aceleró el paso. Tarareaba canciones infantiles para no pensar en esa imagen horrible de sí mismo.
Corriendo llegó a la casa donde había vivido desde siempre, se metió vestido en la cama y se tapó la cabeza con las sábanas. Ya no veía el exterior, ni el sendero, ni el espejo, ni la imagen de él mismo reflejada en él; pero no podía evitar la memoria de esa imagen: La del resentimiento. La del dolor. La de la soledad. La del desamor. La del miedo. La del menosprecio.
Había ciertas cosas indecibles e impensables…… Pero él sabía donde había empezado todo esto… Empezó esa tarde, hacía treinta y tantos años… el niño estaba tendido, llorando frente al lago el dolor del maltrato de los otros.
Esa tarde el niño decidió borrar para siempre, la letra del alfabeto. Esa letra. La letra necesaria para nombrar al otro si está presente. La letra imprescindible para hablarles a los demás, al dirigirles la palabra. Sin manera de nombrarlos, dejarían de ser deseados…y entonces no habría motivos para sentirlos necesarios…y sin motivo ni forma de invocarlos, se sentía, por fin, libre…
EPILOGO: Escribiendo sin “U” puedo hablar hasta el cansancio de mí, de lo mío, del yo, de si lo tengo, de si me falta, de si me parece… Hasta puedo escribir de él, de ellos y de los otros.
Pero sin U no puedo hablar de Ustedes, del tu, de lo vuestro. No puedo hablar de lo suyo, de lo tuyo, ni siquiera de lo nuestro.
Así me pasa…. A veces pierdo la U… y dejo de poder hablarte, pensarte, amarte, decirte. Sin U, yo me quedo pero tú desapareces… Y sin poder nombrarte ¿cómo podría disfrutarte? Si tú no existes, me condeno a ver lo peor de mí mismo reflejándose eternamente, en el mismo mismísimo estúpido espejo.

martes, 10 de junio de 2008

Paràbola del lápiz

El nieto preguntó a su abuelo:
- ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasa a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí­?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:
- Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó:
- ¿Qué tiene de particular ese lápiz?
El abuelo le respondió:
- Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.
Primera cualidad:Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos.Esta mano la llamamos Dios, y siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda cualidad: De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera cualidad: El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta cualidad: Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Quinta cualidad: El lápiz siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos. Por eso intenta ser consciente de cada acción.

lunes, 9 de junio de 2008

Crecer en el corazón

Una maestra de primaria, estaba discutiendo con su grupo la pintura de una familia.

En la pintura había un niño que tenía el cabello de diferente color al resto de los miembros de la familia.

Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado y una niña compañera suya le dijo:

"Yo se todo acerca de las adopciones, porque yo soy adoptada".

"¿Qué significa ser adoptada?" preguntó el niño y la niña le contestó:

"Significa que uno no crece en elvientre de su mamá sino que crece en su corazón"

domingo, 8 de junio de 2008

Busco a Dios

Un joven inquieto se presentó a un sacerdote y le dijo:
-'Busco a Dios'.
El reverendo le echó un sermón, que el joven escuchó con paciencia. Acabado el sermón, el joven marchó triste en busca del obispo.
-'Busco a Dios', le dijo llorando al obispo.
Monseñor le leyó una pastoral que acababa de publicar en el boletín de la diócesis y el joven oyó la pastoral con gran cortesía, pero al acabar la lectura se fue angustiado al papa a pedirle:
-'Busco a Dios'.
Su santidad se dispuso a resumirle su última encíclica, pero el joven rompió en sollozos sin poder contener la angustia.
-'¿Por qué lloras?', le preguntó el papa totalmente desconcertado.
-'Busco a Dios y me dan palabras' dijo el joven apenas pudo recuperarse.
Aquella noche, el sacerdote, el obispo y el papa tuvieron un mismo sueño. Soñaron que morían de sed y que alguien trataba de aliviarles con un largo discurso sobre el agua.

sábado, 7 de junio de 2008

El tazón de madera

El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.
La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.
El hijo y su esposa se cansaron de la situación.“Tenemos que hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo”.
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida la servían en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.
El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: “¿Qué estás haciendo hijito?”. Con la misma dulzura el niño le contestó: “Ahh, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos”. Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.
Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

viernes, 6 de junio de 2008

El precio de la pregunta

El sabio vivía enseñando que las respuestas están dentro de nosotros mismos. Pero sus fieles insistían en consultarlo acerca de todo lo que hacían.
Un día, el rabino tuvo una idea: colocó un cartel en la puerta de su casa, y escribió:
RESPONDO CADA PREGUNTA POR 100 MONEDAS
Un comerciante decidió pagar. Le dio el dinero al rabino, mientras comentaba:
-¿No le parece que es un poco caro cobrar tanto por una pregunta?
-Me parece -dijo el rabino. -Y acabo de responderla. Si quieres saber más, tendrás que pagar otras cien monedas. O busca la respuesta dentro de tí mismo, que es más barato y más eficaz.
A partir de ese día, nunca más lo molestaron.

jueves, 5 de junio de 2008

El poderoso

En cierta ocasión Buda se vio amenazado de muerte por un bandido llamado Angulimal.

«Sé bueno», le dijo Buda, «y ayúdame a cumplir mi último deseo. Corta una rama de ese árbol.»

Con un golpe de su espada, el bandido hizo lo que le pedía Buda.

«¿Y ahora, qué?» le preguntó a continuación.

«Ponla de nuevo en su sitio», dijo Buda.

El bandido soltó una carcajada:

«¡Debes de estar loco si piensas que alguien puede hacer semejante cosa!»

«Al contrario», le dijo Buda. «Eres tú el loco al pensar que eres poderoso porque puedes herir y destruir. Eso es cosa de niños. El poderoso es el que sabe crear y curar.».

miércoles, 4 de junio de 2008

La lucha de la mariposa

Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por poder salir de capullo.
El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño orificio en el capullo, hasta que llego un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se había atascado.
Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del orificio del capullo para hacerlo más grande y así fue que por fin la mariposa pudo salir.
Sin embargo al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.
El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas... Nunca pudo llegar a volar.
Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar.
Libertad y el volar solamente podrán llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privada su salud.

martes, 3 de junio de 2008

Se venden cachorros

Un tendero estaba clavando sobre la puerta de su tienda un letrero que decía: "Se venden cachorros".
Letreros como ese tiene una atracción especial para los niños pequeños y efectivamente, un niño apareció bajo el letrero del tendero.
- ¿Cuánto cuestan los cachorros?- pregunto.
- Entre 30 y 50 € -respondió el tendero.
El niño metió la mano en su bolsillo y sacó un poco de cambio
- Tengo 2.37 € -dijo- ¿puedo verlos, por favor? El tendero sonrió y silbó, y de la caseta de los perros salió "Dama", que corrió por él pasillo de la tienda seguida de cinco pequeñitas, diminutas bolas de pelo. Un cachorro se estaba demorando considerablemente. El niño inmediatamente distinguió al cachorro rezagado… ¡era cojo!.- ¿Qué le pasa a ese perrito?- preguntó
El tendero le explicó que el veterinario había examinado al cachorro y había descubierto que le faltaba una cavidad de la cadera y que cojearía por siempre. Estaría lisiado toda su vida. El niño se entusiasmo.
- Ese es el cachorro que quiero comprar - dijo.
-NO, tu no quieres comprar ese perrito. Si realmente lo quieres, te lo voy a regalar- dijo el tendero.
El niño se enfadó mucho. Miro al tendero directo a los ojos, y moviendo el dedo replicó:
- No quiero que me lo regale. Ese perrito vale exactamente tanto como los otros perros y voy a pagar su precio completo. De hecho, ahora mismo voy a dar 2.37 € y luego 50 céntimos al mes hasta terminar de pagarlo. El tendero replicó:
- Realmente no quieres comprar este perrito. Nunca va a poder correr, brincar ni jugar contigo como los otros cachorritos.
Al oír esto, el niño se agachó y se subió la pierna del pantalón para mostrar una pierna izquierda gravemente torcida, lisiada, sostenida por un gran aparato ortopédico de metal.
Miró al tendero y suavemente le respondió.
- Bueno, pues yo tampoco corro tan bien que digamos, y el cachorrito va a necesitar a alguien que lo entienda.

domingo, 1 de junio de 2008

Te hice a ti



Vi en la calle a una niñita temblando de frío con un vestidito ligero, parecia con poca esperanza de encontrar una comida decente.

Me enojé y le dije a Dios:

- ¿Por qué permites esto? ¿Por qué no haces algo para remediar esto?

Por un rato Dios no dijo nada y esa noche, Él respondió de pronto diciendo:

- Ya hice algo para remediarlo... Te hice a TI.