domingo, 20 de abril de 2008

¿Zanahoria, huevo o café?

Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?" -"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?" Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
Y tú, ¿cual de los tres eres?

8 comentarios:

Mediterráneo dijo...

¿Séra por esto que me gusta tanto el café?
Interesantes cuentos, siempre dejan un poso difícil de olvidar.
¿Séra que siempre los leo saboreando un café?

Saludos, Cuentacuentos.

Tormenta. dijo...

Anda,pero no llegó a contestar?
Cachis!

Cierro el portátil por hoy,ahora toca descansar,pero me pasé por aquí..antes de soñar!
ole!

Saludos!

Diana dijo...

Hola!
Creo que soy una mezcla de los dos primeros pero, oh, cómo me gustaría ser el café.
Gracias por pasarte por mi blog.
Me has dejado un comentario muy significativo.
Otra vez graciñas.
Un bico desde Coruña.
Diana

Sara dijo...

Pues yo muchas veces he sido la zanahoría pero me he cansado y ahora intento por todos los medios posibles de ser café, y hasta a veces el agua hirviendo cachis diezzzzzz!

un besito

Hoy quiero contarte dijo...

Invitados tod@s a un cafe en mi casa de los cuentos siempre que queráis

lamcmbm dijo...

Creo que todos somos un poco zanahorias porque en algún punto del camino desfallecemos, somos un poco huevo porque las adversidades nos hacen fuertes y nos endurecen un poco, pero en el sentido que nos envuelve una nueva capa protectora diferente, mas dura. I finalmente somos un poco café, unos mas que otros, pero todos si miramos en nuestro interior podemos encontrar algo nuevo, algo mejor, algo magico que nos anima a levantarnos todos los días...

Tal vez, el leer de nuevo uno de los maravillosos cuentos de tu blog,....

Anónimo dijo...

Hace algunos años leí este cuento y me encantó su moraleja, quién no querría ser café?... Me esfuerzo en la vida por sacar lo mejor de mi, sobre todo frente a la adversidad.

Un fortísimo abrazo.

Mi dule dijo...

Que hermoso cuento! Me hizo un nudo en la garganta, mi hija adolecente sufrio una quemadura y precisamente hoy me dijo: prefiero operarme mi miopia, que mi cicatriz, asi tengo una buena hisoria que contar de mi! Ahora se que ella es ub grano de cafe!!!!